Pensemos en la siguiente situación: vamos de camino a una tienda a comprar, cuando al lado de nosotros un auto comienza a tocar la bocina insistentemente generando un efecto en cadena donde otros vehículos comienzan a hacer lo mismo, mientras caminamos pasamos por fuera de una tienda de sonido que para mostrar los potenciales de sus artículos toca la música en un alto volumen. Al fin, hemos podido obtener a lo que salimos y antes de llegar a nuestra casa una moto pasa acelerando por enfrente.

¿Nos ha parecido un viaje un poco desagradable? ¿Alguna vez nos hemos visto enfrentados a esta situación, generando incluso habernos tapado los oídos?

Todos tenemos nuestra propia sensibilidad ante sonidos, lo que nos anticipa a vivenciar ciertas situaciones y evitamos estar expuestos a ellas.

Eso nos comprueba de que los oídos tienen un límite permitido de escucha excesiva. ¿Pero esto es igual para todos? ¿Solamente los ruidos altos generan respuestas adversas?

La hipersensibilidad auditiva es descrita como una intolerancia a ruidos que incluso pueden ser cotidianos como el tráfico, el murmullo de personas en un centro comercial, ladridos de perros, sonido de aspiradora, etc. Y que se transforma en un martirio para quienes padecen de esta condición, generando una evasión a interacciones cotidianas por no querer soportar episodios de estrés, irritabilidad e incluso frustración.

Actualmente dentro de los criterios diagnósticos del TEA según el DSM-5, se incorpora esta respuesta auditiva hipersensible. Es mencionado que personas con TEA pueden percibir y experimentar lo que los rodea por medio de sus sentidos, a los cuales las respuestas pueden ser hipo o hiperactivos sensorialmente. Esto acompañado a dificultades en la comunicación, interacción y relación con otras personas.

Entonces, ¿el ruido será molesto para personas o niños con TEA? Considerando los hechos ya podemos establecer que la respuesta a esta pregunta es afirmativa.

Los sonidos, ruidos e incluso las conversaciones de alta intensidad afectan mucho más a personas con TEA, lo que podemos ver reflejado en una conducta de taparse los oídos cuando se enfrentan a una situación de estas características y están muy alejados de ser conductas o comportamientos malintencionados. Este malestar podría generar crisis de ansiedad, respuestas de evitación o escape. Solamente pongámonos en la situación del principio ¿no querríamos evitarlo?

A continuación, se describen algunos consejos para ayudar a personas y niños con TEA a fin de cuidar su audición.

Hablar a un volumen adecuado sin exceder el volumen de una conversación típica. El que suba de intensidad su voz al estar conversando no garantiza que la comunicación será mejor.

Si se encuentra en una situación donde haya sobreexposición de sonidos evite conversar de formal oral tratando de hacerse escuchar, mejor utilice pictogramas o lenguaje gestual.

No insistir o forzar a participar en las situaciones quien conocemos les sean desagradable.

Los mensajes que entregue durante una conversación deben ser cortos y claros. Además, de un tiempo suficiente para que el receptor procese la información y de su respuesta. Los silencios también forman parte de la comunicación y estimulan una escucha activa.

El lenguaje oral en exceso puede producir que el mensaje no se comprenda tal cual se quiere transmitir. Para ello, prefiera dividir la frase en dos partes como si pusiera un punto aparte en su enunciado. Por ejmplo para decir: Iremos a la calle así que ponte los zapatos. Prefiera decir: Vamos a la calle. Ponte zapatos.

Pablo Salazar Herrera
Fonoaudiólogo
Magister en Audiología
Docente Académico de la Universidad Autónoma de Chile, Sede Temuco

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