Con el foco siempre puesto en la promoción de la salud y el bienestar a través de la ocupación, la Terapia Ocupacional se ha desarrollado de manera significativa en las últimas décadas. Su objetivo central es capacitar a personas vulnerables o que presentan alteraciones de su desempeño en las actividades diarias, mediante la habilitación para realizar aquellas tareas que optimizarán sus capacidades o mediante la modificación del entorno para que refuercen su participación.
Eso lo saben muy bien directivos, profesores y alumnos de esta carrera acreditada por 5 años (hasta 2020), que imparte la Universidad Autónoma de Chile, a través de la Facultad de Ciencias de la Salud, en Santiago, Talca y Temuco.
“Es propio de nuestra profesión el acompañamiento y asesoría al trabajador en la etapa de integración laboral. Los terapeutas ocupacionales deben visitar la empresa o lugar de trabajo, evaluar el puesto del trabajador u otro nuevo, determinar las exigencia del trabajo, ya sean motoras, sensoriales, cognitivas, metas de productividad, entre otras”, detalla el director de la carrera de Terapia Ocupacional en Santiago, magíster Jorge López Tamaya.
Con 36 años como terapeuta ocupacional, 25 como profesional clínico y 11 como académico en el cargo de director de carrera, López explica que el terapeuta ocupacional también “debe determinar las capacidades con las cuales el trabajador cuenta y si éstas son acordes con lo que se requiere, tanto del puesto de trabajo como de la meta de productividad de la empresa. Esto implica múltiples reuniones con el empleador con el cual se negocia el reintegro. También hay que realizar entrenamientos en terreno para que el trabajador se vaya reacostumbrando a su puesto de trabajo, hasta que finalmente vuelva a su actividad productiva. Por lo tanto, el rol de terapeuta ocupacional corona el proceso de rehabilitación, conectando y vinculando al trabajador con la empresa”.
En virtud de lo anterior, el profesional del área posee una amplia formación que le proporciona las habilidades y conocimientos para trabajar de forma colaborativa con individuos o grupos de personas que presentan la deficiencia de una estructura o función corporal, debido a una condición de salud, y que experimentan limitaciones en su participación.
En la Universidad Autónoma de Chile posee como sello diferenciador de la Facultad de Ciencias de la Salud, la capacidad para trabajar en la promoción y ser agente de cambio, con una visión ética permanente en la atención, cuidado y protección desde una perspectiva integral del individuo, familia y comunidad.
Orígenes y ámbitos de la Terapia Ocupacional
La historia de esta disciplina tiene orígenes muy remotos. Incluso desde antes de Cristo existen antecedentes sobre la actividad como medio terapéutico y sobre la importancia del equilibro ocupacional. Sin embargo, las ideas formales relacionadas con esta profesión se desarrollan entre los siglos XVIII y XIX, mientras que recién durante la I Guerra Mundial se introduce la fisioterapia.
No obstante, la Terapia Ocupacional nace oficialmente después de la II Guerra Mundial, para atender a todos los soldados que venían afectados en su salud física y emocional. De hecho, el objetivo principal de los gobiernos era que estas personas volvieran a ser trabajadores activos, porque de lo contrario el gasto social sería insostenible, sumado a los problemas de marginación y pobreza que se gatillarían en la población.
Hoy la Terapia Ocupacional se ejerce en una gran variedad de escenarios, en todos los niveles de atención, incluidos hospitales, consultorios, domicilios particulares, lugares de trabajo, escuelas, instituciones penales, ONG’s y residencias.
Dentro de los campos de actuación propios de la Terapia Ocupacional están: discapacidades físicas y sensoriales, trastornos del desarrollo, geriatría, pediatría, salud mental, discapacidad intelectual, abuso de sustancias, marginación social, oncología, educación, rehabilitación e integración laboral, trastornos neurológicos, trastornos postquirúrgicos, intervención comunitaria, además de la docencia y la investigación.
Desde hace algunas décadas, los terapeutas ocupacionales se han dedicado al estudio de la Ciencia de la Ocupación, también llamada «ciencia de la vida diaria», que es una disciplina académica enfocada en los beneficios de la actividad productiva, social y física. La Ciencia de la Ocupación se dedica a aprender cómo la participación en ocupaciones puede resolver los problemas globales del siglo XXI y promover la salud, bienestar y la calidad de vida a lo largo del ciclo vital.
La industria y la promoción de la salud ocupacional
Pero ¿existe conciencia a nivel de las industrias en torno a la importancia del tema?
Según Jorge López, “en general no, exceptuando las que están afiliadas a las mutualidades, pues ellas dentro de sus programas realizan reinserción laboral de sus afiliados, pero en las industrias no afiliadas, esta situación depende más de la voluntad y disposición de las partes involucradas”.
De hecho, los principales escollos que los terapeutas deben abordar con los pacientes para la inserción laboral son “el temor de los empleadores o la resistencia a que un trabajador accidentado y eventualmente rehabilitado se reintegre, más si la causa de ello fue un accidente. Por otro lado, desde el propio trabajador también está el miedo a no ser capaces de responder a las exigencias de este rol”, plantea el académico, precisando que quienes consultan habitualmente son los propios accidentados más que las personas con enfermedades profesionales, “dado que estas últimas no siempre están relacionadas directamente con el trabajo, por lo tanto, determinarlas como tal es más complejo”.
Para Elisa Labbé Matus, docente de asignatura de Inclusión Laboral en la casa de estudios, “cuando una persona sufre un accidente laboral, el impacto que este hecho produce en la vida de la persona puede tener un efecto dominó. Por ejemplo, cuando un trabajador tiene un accidente grave, los compañeros de trabajo y jefaturas se sienten culpables, y eso afecta el clima laboral. Además, la familia también es afectada y el mismo trabajador puede tener que enfrentar un cambio importante en su propia imagen”.
Agrega que no existen recetas generales para resolver una situación específica. “Cada caso debe ser atendido según sus propias necesidades. Lo importante es que el Terapeuta Ocupacional, como parte del equipo de rehabilitación, sea capaz de escuchar y percibir lo que preocupa a la persona y apoyarlo con el máximo de las opciones y flexibilidad para lograr adaptarse a esta nueva realidad”, asegura.
En el caso de las terapias, la académica explica que “todo depende de la persona y su grado de compromiso funcional. También se debe considerar su actitud, ya que enfrentar cambios significativos en la vida nunca es fácil, pero cuanto más optimista sea la persona y su familia, será más fácil la reinserción a actividades significativas, donde el proceso puede durar meses o varios años, ya que un terapeuta comprometido no se desvincula de las personas hasta que ellas son independientes”, subrayando que “estos procesos son efectivos cuando existe continuidad, es decir, al menos 3 veces por semana, en sesiones de 45 minutos”.
Finalmente, la profesora Labbé explica que «la mayoría de las personas prefieren retomar sus antiguas labores, ya que esto les ayuda a enfrentar sus propios temores, porque ya saben su trabajo y eso reduce el estrés. Sin embargo, si un trabajador no desea volver a su antiguo puesto de trabajo o la evidencia indica que será una mala experiencia por la demanda del trabajo, el terapeuta debe usar todas sus habilidades sociales y de negociación para ofrecer otras posibilidades reales al trabajador».