El cambio climático y los fenómenos asociados están alterando los patrones meteorológicos impredecibles. Aun cuando el planeta aumenta su temperatura y las sequías son más frecuentes y extremas, llueve intensamente en pocas horas haciendo desbordar ríos y alterando el ecosistema.

El 2023 se vivió en Chile un invierno con abundantes precipitaciones, pero no fue suficiente para revertir la crisis hídrica que incluso se intensifica en algunas zonas. La escasez de agua afecta cada nivel de nuestra sociedad y entorno. Los ecosistemas acuáticos y terrestres pierden su capacidad de soportar vida vegetal con impactos negativos en la producción agrícola y la economía; las industrias que dependen del agua podrían llegar a detener la producción y, finalmente, se genera competencia por los recursos hídricos y tensiones entre comunidades y países.

Desafíos tecnológicos y económicos

“Aunque parezca un sueño difícil de alcanzar, pequeños gestos podrían generar cambios drásticos si se hicieran de manera coordinada”, asegura el profesor Luis Morales, doctor en Ciencias y director del Laboratorio de Investigación Multidisciplinario de la Agroindustria de la Universidad Autónoma de Chile.

Por ejemplo, “esfuerzos gubernamentales por recuperar y proteger fuentes de agua naturales para garantizar su sostenibilidad a largo plazo; leyes de protección de acueductos y efluentes; e implementar tecnologías y prácticas que reduzcan el consumo de agua en la agricultura, la industria y los hogares como sistemas de riego por goteo y electrodomésticos de bajo consumo”.

En la búsqueda de soluciones para la emergencia hídrica “el problema más importante es la falta de tiempo, necesitamos soluciones para hoy”.

Investigación en la Autónoma

La Universidad Autónoma de Chile trabaja hoy en tres proyectos Anillo con financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). Uno de ellos, liderado por el Dr. Morales y en el que colaboran académicos de la Universidad de Concepción, Universidad de Talca y Universidad Mayor, busca soluciones ecoamigables para que las plantas puedan adaptarse a la falta de agua.

“Hemos apuntado a tres focos principales. El primero es diseñar nanocarbonos que puedan mejorar el estatus hídrico del suelo, reteniendo el agua de regadío por más tiempo, pues cerca del 70% del agua utilizada para regar se pierde por diversos factores. La segunda línea tiene que ver con diseñar filtros a partir de los mismos nanocarbonos que permitan recuperar aguas grises y utilizarlas en regadío. Y el tercero es, modular el metabolismo de la planta de modo que pueda optimizar el uso de agua mediante la aplicación de inductores de origen vegetal”.

En su segundo año de avance ya han obtenido resultados interesantes, que por el momento prefiere no detallar pues la investigación aún está en desarrollo. En ella participan además estudiantes de doctorado de la Universidad Autónoma de Chile que han expuesto en congresos nacionales e internacionales. Además, el equipo ha publicado 14 artículos científicos.

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