El creador y director del Museo “Julio Abasolo Aldea” de Angol, Hugo “Fito” Gallegos, ha dedicado años de su vida rescatando valiosas piezas y documentos que muestran la historia del territorio. Pero no solo eso, él mismo promueve y difunde con entusiasmo las tradiciones, los personajes, en resumen, el patrimonio de Nahuelbuta.
“Fito” Gallegos instaló la primera radio de Angol, a la que llamó “Nahuel” (gran felino, en mapuzungún). Además, destacó como escritor cultivando la poesía y también el relato histórico, plasmando la realidad a través de artículos que publicaba en medios de comunicación locales. Su amor por la capital de Malleco lo llevó a escribir la “Historia alfabética de Angol”, obra monumental de once tomos que construyó tras 14 años de arduo y apasionado trabajo.
En el conversatorio “Nahuelbuta: Identidad y territorio”, actividad coordinada por el Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible de la Universidad Autónoma de Chile, en el marco del proyecto Sistema Integrado para la Gestión de la Innovación Turística –Sintur “Destino Nahuelbuta”-, financiado por el Gobierno Regional de La Araucanía, el historiador se refirió al espacio que habita.
“Fito” Gallegos dio vida al único museo histórico de la capital provincial y lo describe: “lo que más hay (en el museo) son documentos relativos a La Araucanía; y por documentos entiéndase documentos originales inéditos: están allí planos de La Araucanía Norte que vienen a ser los más antiguos que hay, son de 1878, y están también las primeras escrituras que extendió Cornelio Saavedra en compras que se le hizo al pueblo mapuche”.
Novedosas considera, igualmente, las “colecciones de monedas de Chile y de otros países, de cuando éramos colonia española -desde 1733 hacia arriba hasta 1851- (fecha) en que se acuña en el país la moneda chilena”, explica.
“Hay una muy buena biblioteca también, hay libros del año 1790. Tengo en exhibición el Código Civil chileno desde que era proyecto en 1853… el código se puso en vigencia bastante después. Está igual el primer Código Civil del mundo, que es el Código de Napoleón de 1839, y así, hay para todos los gustos”, indicó.
Su Museo es claramente un legado para las generaciones actuales y futuras, y así se refiere acerca de él: “de lo único que estoy cierto para recomendarlo es que no se van a aburrir, (encontrarán) desde fotografías, los primeros juicios por estafa de tierra, los primeros juicios de despojo… son digamos documentos relevantes y de actualidad, porque eso no ha pasado al olvido, está latente dentro de nuestra memoria, está latente el deseo de aclarar definitivamente qué pasó, si fue tan así como se cuenta… pero cada uno tiene la oportunidad de formarse su propia opinión”.
Hugo “Fito” Gallegos, invita a todos a conocer este espacio único del Destino Nahuelbuta: “yo creo que es necesario (para visitarlo) solo el hambre de la curiosidad; basta con eso, y se van a sentir satisfechos”.
Nahuelbuta: Patrimonio natural y cultural
“En primer lugar yo creo que estamos hablando ahí de patrimonio natural”, expresó “Fito” Gallegos en el encuentro a la hora de referirse al destino Nahuelbuta. “Y como para graficar más lo que yo siento por Nahuelbuta, creo que es el mejor testimonio de que Dios existe. Para mí es lo más grande”, expresó.
El historiador considera que Nahuelbuta “es una cuna de los saberes”, destacando que el destino cuenta con especies que no hay en ninguna otra parte del mundo y, recalca, “los paisajes más bonitos que uno se pueda imaginar”.
Además de lo valoración por su naturaleza, Gallegos se refirió a las tradiciones culturales de Nahuelbuta, más específicamente a la gastronomía que se liga a los productos de la zona: “Nuestra comunicación con el mundo ayuda a difundir, y en la medida que estamos recibiendo turistas se hacen adictos a la comida italiana de Capitán Pastene, se hacen adictos a las longanizas que produce por allá Purén. Antiguamente, hace 20 años, servirse porotos con longaniza era hasta ordinario, hoy día es un plato, tal vez popular, pero exquisito”.
Recuerda algunas prácticas culinarias del territorio, por ejemplo, el amito, preparación de papas nuevas “chiquititas” que se echaban a hervir. Una vez listas se les colocaba manteca de cerdo y un ají rojo cacho de cabra “para restregar”. Añadió sobre estas tradiciones: “hoy día la gente está orgullosa de lo que tiene y eso no se debería haber perdido nunca”.
Vivir en medio de la cordillera de Nahuelbuta es un desafío para “Fito” Gallegos y fuente permanente de aprendizaje. “Uno se da cuenta muy viejo de la cantidad de cosas que puede aprender viviendo acá; cuando niño veía que hacían escabeche y no podía entender cómo se podían comer esas cosas horrorosas como el leure, el changle, el loyo, y hoy día para mí una salsa de eso, mezclada con los tallarines, es lo mejor”.
Se refiere también a la tradición oral de la zona: “algunas palabras que se usaban fenecieron de muerte natural hace casi 100 años, pero que todavía están dentro del lenguaje del campesino”. La influencia del mapudungun o mapuzungun está también muy presente en el territorio, “por ejemplo el mapuche, su principal alimento desde la fundación de Angol en 1553 era la papa, no tenían trigo. Con la llegada del español trajeron el trigo de Castilla la Grande y resulta que el mapuche adoptó el trigo y no podía decir Castilla y decía “cachilla”. Ese es ejemplo de la multiculturalidad que se da en muchas cosas”, finalizó.
El olvido y el olivo de Nahuelbuta
Una historia que cautiva y relata apasionadamente “Fito” Gallegos, es la del olivo plantado cerca del 1700, en Angol, por unos religiosos, y que hasta hace una década aún producía aceitunas. Gallegos cuenta el relato, la anécdota, pero es más bien un llamado de atención a valorar lo que se tiene y un llamado a no olvidar.
Sobre el olivo dice: “era el único testigo vivo desde esa época”. El desconocimiento de su valor le significó el que fuese arrancado y quemado en sus raíces, lo que cataloga de irresponsabilidad.
“Ahí frenaban algunos vehículos y se bajaban los pocos que sabían la historia, a conocer. Precisamente el fundo se le llamó Fundo el Olivo, que está a los pies del monte de la Diuca, cercano de lo que fue la primera, la segunda, la cuarta y la quinta fundación de Angol. Y lo cortaron, y lo quemaron”, cuenta.
Hoy el olivo no existe, pero aún está en su memoria: “Yo viajé varias veces a verlo y tengo en exhibición en el museo una foto de aquel olivo donde está míster Dillman Bullock Lytle, debajito, a la sombra del olivo”. Registro de gran valor, además, por la presencia del naturalista y coleccionista de especies norteamericano, Dillman Bullock, quien realizó un extenso trabajo en la zona de la cordillera de Nahuelbuta donde descubrió especies naturales de la zona.
Destino Nahuelbuta
Encuentros como “Nahuelbuta: Identidad y territorio” buscan poner en valor el territorio y su gente, dándole visibilidad a sus activos turísticos y patrimoniales. Así lo explicó el director del proyecto Sintur – Destino Nahuelbuta, Fernando Oyarce: “es una tremenda oportunidad el saber que el espacio que habitamos tiene historia, elementos diferenciadores únicos. Cuando uno se da cuenta de que no es cualquier espacio, este actuar consciente nos permite ir recuperando aquellos elementos del patrimonio del territorio, identificarnos y querer más lo nuestro”, concluyó.
El proyecto fija su foco en reconocer y reconocerse en este destino, relevando ejes clave como lo son su naturaleza endémica, única del lugar; su patrimonio cultural que reúne múltiples dimensiones como cultores que rescatan tradiciones, productos, arquitectura y mucho más; la gastronomía con sus sabores insuperables; y, por cierto, su multiculturalidad, donde confluyen los aportes de los habitantes originarios del territorio y los colonos españoles, italianos y suizos, principalmente, que fueron definiendo lo que hoy es el Destino Nahuelbuta en la provincia de Malleco en La Araucanía.