En el marco del Día Mundial de la Ingeniería para el Desarrollo Sostenible, me encuentro reflexionando sobre el papel vital que desempeñamos los ingenieros en forjar un futuro más próspero y equitativo para todos. En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, es imperativo que los ingenieros no solo abordemos los desafíos presentes, sino que también consideremos las implicaciones futuras de sus innovaciones, especialmente en el contexto de la inteligencia artificial (IA).

La IA ofrece un potencial sin precedentes para abordar problemas complejos y promover la sostenibilidad en diversos ámbitos, desde la gestión de recursos hasta la mitigación del cambio climático. Sin embargo, este poder transformador conlleva responsabilidades éticas significativas. Es fundamental que los ingenieros integren principios éticos y valores humanos en el diseño y desarrollo de sistemas de IA, para garantizar que se utilicen de manera responsable y en beneficio de toda la sociedad. Las y los ingenieros no sólo estamos para resolver problemas técnicos, sino también para asegurarnos de que nuestras soluciones sean éticas y respetuosas con el medio ambiente.

No puedo evitar reflexionar sobre la encrucijada ambiental en la que nos encontramos. Es innegable que el cambio climático y la contaminación amenazan la estabilidad de nuestro planeta y la calidad de vida de las futuras generaciones. Aquí es donde nuestra labor como ingenieros sostenibles cobra un significado aún más profundo.

Una de las cosas que más me emocionan de nuestra disciplina es la capacidad que tenemos para desarrollar tecnologías limpias y eficientes que no solo resuelvan problemas, sino que también reduzcan nuestra huella ambiental. Desde la energía renovable hasta la gestión inteligente de residuos, estamos liderando el camino hacia un futuro más sostenible.

Pero no podemos detenernos aquí. Necesitamos mirar hacia el futuro con una perspectiva proactiva y holística. La educación y la investigación en ingeniería deben centrarse en la innovación responsable, donde la sostenibilidad sea una prioridad en cada paso del proceso.

Además, es fundamental que colaboremos estrechamente con científicos, formuladores de políticas públicas y comunidades locales, para asegurarnos de que nuestras soluciones no solo sean técnicamente viables, sino también socialmente justas y culturalmente sensibles. La inversión en infraestructuras resilientes y adaptativas es esencial para abordar los desafíos del cambio climático y promover la equidad en el acceso a servicios básicos.

Mirando hacia el futuro, es crucial que los ingenieros nos comprometamos con la educación continua y la investigación ética. Esto incluye la exploración de nuevos modelos de gobernanza y regulación que promuevan la innovación responsable y protejan los derechos humanos en un mundo cada vez más digitalizado.

El Día Mundial de la Ingeniería para el Desarrollo Sostenible nos brinda la oportunidad de reafirmar nuestro compromiso con un futuro donde la tecnología y la ética se entrelacen para impulsar el progreso humano en armonía con el planeta. Como ingeniera, asumo con humildad y determinación el desafío de construir un mundo donde la innovación y la sostenibilidad sean aliadas inseparables en la búsqueda de un mañana mejor para todos.

Patricia Möller Acuña
Ingeniera en Bioinformática
Doctora en Biotecnología
Docente e investigadora Facultad de Ingeniería
Universidad Autónoma de Chile.

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