La enfermedad de Crohn, junto con la colitis ulcerosa, forma parte del grupo de enfermedades inflamatorias intestinales (EII), patologías crónicas cada vez más comunes. En Chile, esta enfermedad tiene una prevalencia de 30 casos por cada 100 mil habitantes y, aunque puede presentarse a cualquier edad, suele afectar principalmente a personas entre los 15 y 30 años.
Esta enfermedad se caracteriza por una inflamación crónica del tracto gastrointestinal, cuyas causas son multifactoriales y se asocian a predisposición genética, factores ambientales, alteraciones del sistema inmunitario y desequilibrios en la microbiota intestinal —es decir, el conjunto de microorganismos que habitan el intestino y cumplen un rol clave en el proceso digestivo y en la salud general de las personas—. Al tratarse de una enfermedad crónica, no tiene cura y los tratamientos actuales solo buscan aliviar los síntomas.
En este contexto, la doctora en Microbiología y académica de la Universidad Autónoma de Chile, Paula Bustamante, se ha enfocado en estudiar una bacteria intestinal particular: Escherichia coli adherente-invasiva (AIEC, por sus siglas en inglés).
Esta bacteria se ha detectado con mayor frecuencia en biopsias intestinales de personas que padecen enfermedad de Crohn (EC), en comparación con personas sanas o con otras enfermedades inflamatorias intestinales. “Por lo anterior, este tipo de bacterias se considera un factor que puede contribuir a la patología y ser un agravante de los síntomas inflamatorios característicos de esta enfermedad”, explica la investigadora.
Respecto a sus características biológicas, la Dra. Bustamante señala que estas bacterias “corresponden a un grupo diverso de E. coli muy particulares, que son capaces de adherirse e invadir las células epiteliales intestinales y, más llamativo aún, son capaces de sobrevivir y replicarse al interior de los macrófagos”. Esta habilidad las distingue de otras cepas de E. coli, ya sean intestinales o extraintestinales.
Los macrófagos son un tipo de glóbulo blanco que rodea y destruye microorganismos. Al interior de estos, las bacterias AIEC pueden gatillar la liberación de proteínas proinflamatorias que exacerban la inflamación intestinal y contribuyen a la sintomatología de la enfermedad de Crohn. “Estas características se cree que contribuyen a la recurrencia de síntomas, característica de la enfermedad de Crohn y de patologías crónicas en general”, añade la académica.
La Dra. Bustamante también destaca que la enfermedad de Crohn es una patología multifactorial, en la que influyen factores genéticos, inmunológicos, dietarios, estilos de vida y la microbiota intestinal. “Hoy se sabe que las dietas occidentales tienen una tendencia inflamatoria, lo que las hace más perjudiciales para el desarrollo de esta enfermedad”.
En este sentido, explica que uno de los aspectos más importantes de la EC es la disbiosis, es decir, un desequilibrio en la microbiota intestinal. Esta condición se asocia al aumento de bacterias E. coli y, en particular, de AIEC. “Por otro lado, los tratamientos con antibióticos también generan una disbiosis, lo cual podría favorecer el surgimiento de bacterias patogénicas como AIEC, por sobre las bacterias comensales”.
Estudios en edulcorantes
De acuerdo a la experta en Patogénesis y Control Microbiológico, diversos estudios han analizado el efecto de aditivos alimentarios y componentes dietarios sobre las AIEC. Por ejemplo, se ha observado que la maltodextrina —un polisacárido utilizado como aditivo alimentario— puede aumentar su capacidad de formar biopelículas y adherirse a células epiteliales.
En esa línea, el laboratorio de la Dra. Bustamante ha investigado el efecto del edulcorante (sustitutos del azúcar, son sustancias que endulzan los alimentos y bebidas sin aportar calorías) tagatosa, ampliamente utilizado en la dieta de pacientes con EC, sobre la virulencia de AIEC. “Junto a estudiantes de la carrera de Nutrición y Dietética, hemos visto que el crecimiento de la bacteria en presencia de tagatosa aumenta su capacidad de formación de biopelículas y estimula la expresión de genes de virulencia, lo cual podría favorecer su colonización en el intestino”. Estos hallazgos, subraya, son relevantes para reformular la incorporación de edulcorantes en las recomendaciones dietarias de pacientes con enfermedad de Crohn.
Por último, la Dra. Bustamante indica que también están profundizando en el estudio del efecto de la tagatosa y de bacterias probióticas sobre distintas características patogénicas de AIEC, como la adhesión e invasión a células intestinales, la supervivencia en macrófagos, la formación de biopelículas y de células persistentes.